sábado, 2 de agosto de 2008

El 4° mandamiento

El Cuarto Mandamiento
"Recuerda el día del sábado para santificarlo, seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, mas el séptimo día, sábado (día de descanso), lo dedicarás al Señor, tu Dios."
En este mandamiento el Señor ordena trabajar durante seis días en asuntos necesarios según el llamado de cada uno y dedicar el séptimo día a Su servicio y la ejecución de obras santas. Entre las obras que complacen al Señor se encuentran: la preocupación por la salvación de su propia alma, la oración en el templo y en el hogar, el estudio de la palabra de Dios, la iluminación de la mente y el corazón, con conocimientos religiosos útiles, las charlas sobre temas piadosos y espirituales, ayuda a los pobres, visitas a los enfermos y reclusos, consolación a los afligidos y otras obras de caridad.
En el Antiguo Testamento se festejaba el sábado ("Shabath" en hebreo significa reposo en conmemoración de la creación del universo "y bendijo Dios el día séptimo y lo santificó, porque en él cesó Dios de toda la tarea creadora que había realizado" (Gen.2:3). A partir del cautiverio en Babilonia los escribas judíos fueron enseñando el mandamiento referido al reposo del sábado con demasiado rigor y formalismo, prohibiendo en ese día hacer cualquier cosa, aun las buenas. Como se lee en el Evangelio, hasta el mismo Salvador fue acusado por los escribas de la "violación del sábado," cuando El sanaba a alguien en ese día. El Señor les explicaba que el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado (Marcos 2:27). En otras palabras, el reposo del sábado fue establecido para el bien del cuerpo y el alma y no para subyugar al hombre o limitarlo en sus buenas acciones. El alejarse una vez por semana de las ocupaciones cotidianas, le permite al hombre concentrarse mentalmente, renovar sus fuerzas físicas y espirituales, meditar acerca de la meta de sus esfuerzos y en general de su existencia terrenal. El trabajo es imprescindible, pero lo más importante es la salvación del alma.
En la época de los apóstoles, el sábado era respetado por los cristianos de origen judío. No obstante, éstos se reunían al día siguiente, domingo, para orar y comulgar. De esta manera, ya en el primer siglo de la era cristiana surge el festejo del día domingo. Convertidos los paganos al cristianismo, los apóstoles no le exigían que cumplan con el sábado sino por el contrario, los reunían precisamente el día domingo. Así, poco a poco el sábado cedió su lugar al domingo que comenzó a señalarse universalmente como el día sagrado de Dios, a fin de cumplir con el cuarto mandamiento.
No sólo violaban el cuarto mandamiento los que trabajaban el domingo sino también los que son perezosos para trabajar en otros días de la semana o los que esquivan sus obligaciones, porque el mandamiento también dice "seis días trabajarás." También infringen el cuarto mandamiento los que aún sin trabajar los domingos, no le dedican a Dios y lo pasan en diversiones, jaranas, y toda clase de excesos.
Los cristianos ortodoxos deberían renovar el ardiente entusiasmo de los primeros cristianos tratando de comulgar todos los domingos de los Santísimos Sacramentos del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
http://fotolog.miarroba.com/ministeriomundial/ministerio-mundial-unidos-en-cristo-1/

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