miércoles, 30 de julio de 2008

LOS 10 MANDAMIENTOS N°1


El Primer Mandamiento
"Yo soy el Señor, tu Dios, y no tendrás otro Dios más que a Mí."
Con este mandamiento Dios indica al hombre que El es la fuente de todos los bienes y la meta de todos los actos humanos. Siguiendo este primer mandamiento, el hombre debe tratar de conocer a Dios y dirigir sus actos a la gloria de Su nombre. Este principio rector de nuestras intenciones fue señalado por nuestro Señor Jesucristo cuando nos enseña a pedir en la oración: " Santificado sea tu nombre."
De esta manera, en el primer mandamiento se traza el rumbo de la actividad intelectual y volitiva del hombre, echando los cimientos de su propia vida. Por eso este mandamiento ocupa el primer lugar; dirige la mirada espiritual del hombre hacia Dios y le dice que el Señor sea el principal objetivo de sus pensamientos e intenciones. Considera el conocimiento de Dios como la ciencia más valiosa, Su Voluntad como la autoridad máxima y Su servicio como la vocación de la vida. El primer mandamiento pone de manifiesto la superioridad de los Diez mandamientos sobre las legislaciones de otros pueblos, antiguos o modernos, ya que ponen la fe como base de la moral y la vida. La experiencia demuestra que la moral sólo puede construirse sobre una base religiosa, ya que sin la autoridad de Dios todos los principios humanos resultan ser convencionales, inestables y poco convincentes.
En la actualidad, el primer mandamiento tiene tanta vigencia como hace miles de años. El hombre de hoy está saturado con variadísimos conocimientos pero sobre Dios y Su participación en la vida del ser humano suele tener sólo una idea borrosa. El hombre, al distanciarse de Dios, priva su intelecto de los conocimientos espirituales indispensables mientras que su vida se torna tortuosa y vanidosa. ¿De qué manera se hace posible conocer a Dios? Pues por medio de la lectura meditada de las Sagradas Escrituras; la meditación sobre Dios, Su proximidad y Su amor para con nosotros y la reflexión sobre la razón de nuestra existencia. Al mismo tiempo el conocimiento de Dios no deberá limitarse sólo al trabajo mental sino penetrar profundamente en el corazón y reflejarse en nuestra vida, iluminando todos nuestros actos y palabras.
De esta manera, el primer mandamiento hasta cierto punto incluye en sí mismo los restantes mandamientos, que descubren en forma más concreta el sentido del primero.
Los pecados contra el primer mandamiento son la negligencia en el conocimiento de Dios y la indiferencia para con El, lo que a los pecados de la mente tales como el ateísmo, el politeísmo, la incredulidad, las supersticiones, la apostasía, la desesperación y las herejías. Es más difícil liberarse de los pecados de la mente que de las acciones pecaminosas y es por esta razón que defendían con tanta abnegación y con tanta energía la fuerza de la fe.

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